Este año el invierno está siendo más cálido de lo habitual y la oruga procesionaria ha hecho ya su aparición antes de tiempo. Entre los meses de enero y marzo, las orugas bajan al suelo y están al alcance de niños y mascotas.


La oruga procesionaria libera un tipo de toxina que en contacto con la piel desencadena una reacción alérgica grave con inflamaciones muy fuertes y que puede llegar a necrosar los tejidos. En el caso de las mascotas o ganado el contacto con esta toxina puede ser mortal. Si el animal chupa o se traga el insecto, la reacción alérgica puede hacer que lengua y sistema digestivo se inflamen, de forma que el animal muere por asfixia.


Con los niños hay que tener especial cuidado ya que muchas veces movidos por la curiosidad pueden tocar estos insectos y la reacción alérgica en menores suele ser más molesta a nivel de picores, inflamación, etc.. que en adultos.


Para evitar la plaga de este insecto es necesario haber llevado a cabo previamente (en el inicio del ciclo larval) los tratamientos apropiados para erradicarlas.

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Una forma de eliminando los nidos en invierno (cortándolos o quemándolos). También pueden utilizarse diferentes tipos de trampas como por ejemplo trampas con feromonas que atraen a los machos evitando así la reproducción. En el caso de grandes áreas, la introducción de algunos animales como cuervos o hurracas puede resultar útil para acabar con esta plaga.